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Ha comenzado un nuevo año pero continuamos con la misma vieja crisis de la eurozona. Aunque en España hemos estado más pendiente de las reformas que rápidamente ha ido aprobando el nuevo equipo de Gobierno, los problemas europeos han seguido su rumbo y continúan sin soluciones milagrosas. Grecia sigue sin tener liquidez para hacer frente a sus obligaciones, que vencen en los próximos seis meses. El recelo de una posible ampliación de la quita, ya propuesta, sobre su deuda sigue empañando la economía de toda la zona euro e impide que los inversores sean optimistas y que, entre otros motivos, las bolsas levanten su vuelo.
El primer encuentro del año entre la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés Nicolas Sarkozy tuvo lugar el pasado lunes. En la agenda se analizaron todos los temas de actualidad, como era de esperar. Se perfila un pacto fiscal más ambicioso,  que confían en tener listo en la próxima cumbre europea el 30 de enero y aprobado el 1 de marzo;  ya veremos si los plazos se cumplen. En cuanto a Grecia, ambos dirigentes avisan de la necesidad de refinanciar su deuda de forma inmediata. Merkel da la impresión de que empieza a aceptar, empujada por Nicolas Sarkozy, que es necesario crear una tasa sobre las transacciones financieras, al menos en la zona euro, ya que el Reino Unido se ha opuesto radicalmente. También coinciden en la necesidad de adelantar, aún más, las aportaciones de capital al Mecanismo Europeo de Estabilidad con el objetivo de intentar ganar confianza para atraer inversiones.
Pero desde mi punto de vista, lo más destacado y que quizás ha pasado desapercibido es que por primera vez hablan de la necesidad de impulsar el crecimiento económico y la creación de empleo como objetivo número uno. Merkel siempre ha defendido que todos los países de la zona euro deben cumplir con el equilibrio presupuestario como única opción para luchar contra la crisis y ahora hace hincapié en que las medidas tienen que ser compatibles con el crecimiento económico. Está convencida de que ambos objetivos son posibles a la vez, siguiendo la vía de las reformas estructurales y con el gasto mejor gestionado por parte de cada país miembro y cree que es posible evitar los paquetes de estímulos que aumentan el endeudamiento del sector público. En esta línea una de las medidas podría afectar al mercado laboral de los jóvenes españoles desempleados, casi el 40% de la población juvenil en edad de trabajar. Se está estudiando un modelo laboral común para la zona euro que facilite el movimiento de trabajadores entre los diferentes países con un gabinete transfronterizo y orientador que permita mejorar el nivel del idioma y la búsqueda de empleo. Es conocido por todos que en Alemania es necesario más mano de obra cualificada y que España es uno de los países que cuenta con ella y que está desempleada. La salida de nuestro país de estos jóvenes supone una pérdida de potenciales activos para nuestro país y desde ya se debería buscar la manera de poderlos recuperar, una vez que la economía española pueda comenzar a crecer y proporcionarles unas retribuciones dignas.
Ante nosotros tenemos un nuevo año lleno de retos y dificultades, de la misma manera que comenzó y terminó el 2011. En la medida que los políticos sean capaces de dar ejemplo con su comportamiento y trasmitir los pasos que se darán, y la sociedad aceptar que son necesarios y asumir los esfuerzos si están bien distribuidos, este año no tiene por qué ser peor que el anterior y sí puede terminar mejor que el 2011.