El sentimiento generalizado que existe en todo el mundo sobre las agencias de calificación es de desagrado, pero en Europa, yo diría que el enfado es mayúsculo. No se entiende la credibilidad que los mercados le dan aún a las agencias que, en esta semana han puesto en vilo a toda la zona euro. No debemos olvidar que se trata de las mismas que no fueron capaces de detectar que el banco Lehman Brothers, el cuarto banco de inversión en Estados Unidos y con una antigüedad considerable, pudiera quebrar. Es más, la calificación con la que contaba poco antes de caer era extraordinaria, alcanzando máxima consideración de solvencia y seguridad. Sin embargo, a pesar de que los hechos podrían, por si solos, haber desprestigiado sus análisis sobre la situación de las diferentes instituciones públicas o privadas, lo cierto es que los mercados son tozudos y no solo están dispuestos a oírles sino que además tienen muy en cuenta los pronósticos que plantean. Bastó que Moody’s rebajara, una vez más, la calificación de la deuda española para que se precipitaran los acontecimientos. Podemos asegurar que en estos días, España está pasando por el peor momento de los últimos meses, con el riesgo país en máximos históricos superando los 325 puntos y caídas en las bolsas que la vuelven a situar por debajo de los 10.000 puntos y por si fuera poco, la rentabilidad de la deuda española a 10 años está próxima al 6% mientras que la de Alemania se sitúa en el 2,69%.
Pero España no es la única que se está viendo afectada por la agencias de calificación. Primero tiraron por tierra las propuestas que planteaban Francia y Alemania para dar salida a la crisis de Grecia, por considerar que las mismas implicaban que el país heleno habría quebrado y que por tanto su calificación sería muy negativa. Posteriormente calificó la deuda soberana de Portugal de bonos basura y por último la amenaza cayó sobre Italia.
Los mercados también están castigando a Italia, donde los intereses para la financiación de su deuda alcanzan cifras récord desde el pasado viernes. Italia tiene un crecimiento muy débil, su endeudamiento es elevado y se teme un mal resultado del test de estrés de la banca italiana.
Las instituciones europeas pretenden frenar esta situación que desestabiliza, aún más, la ya de por sí difícil situación económica de Europa. Y a pesar de que el pasado lunes no se ha llegado a ninguna conclusión, se trabaja, simultáneamente en varios frentes, para que a finales de julio se pueda dar una solución global para no tener que ocuparse individualmente de un país tras otro. Sigue siendo necesaria una solución rápida. Hasta ahora, los diferentes rescates que se han ejecutado iban encaminados a tranquilizar los mercados ante los problemas de pequeños Estados, pero ahora, el caso de Italia o de España, podría provocar la caída del sistema económico europeo, en un corto plazo.
Raquel Lucía Pérez Brito
Economista, abogada y Licenciada en Ciencias Políticas
@errelu
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