Standardpoors

Esta semana comenzó con la incertidumbre de cómo reaccionarían los mercados, y en concreto las bolsas europeas,  una vez que definitivamente se hizo realidad la amenaza de la agencia de calificación americana Standard & Poor´s (S&P). Que no solo quitó a Francia y Austria la triple A sino que también decidió bajar, al mismo tiempo,  la calificación a otros siete países de la zona euro. Y, como consecuencia lógica el  Fondo de Rescate de la zona euro, conocido como el EFSF en sus siglas en inglés, se ha visto también despojado de la AAA, pasando a tener AA+ desde este mismo lunes.
En el caso de España, las emisiones del Tesoro se han ejecutado con un coste inferior, casi a la mitad, pasando de 4’08 a 2’15 en las letras a un año, con respecto a las últimas emisiones en el año 2011. Eso sí, con la ayuda del Banco Central Europeo. Pero la sorpresa mayor se produjo con los resultados de la subasta de bonos nacionales , ya que al tratarse de bonos a medio y largo plazo (5,7 y 10 años) los analistas consideraban que los inversores iban a ser más cautelosos. El éxito rotundo de la misma sorprendió a todos. Podemos decir que los mercados han aceptado, con mejores resultados de los esperados, las emisiones de deuda nacional. También se puede interpretar que, las medidas que hasta ahora ha ido implantando el nuevo gobierno de España, se van dando por buenas, permitiendo inyectar algo de confianza en el sistema.
En Europa las bolsas no se vieron muy alteradas y siguieron el vaivén de subidas y bajadas, sin provocar sobresaltos. Es evidente que los mercados ya daban por descontado que  S&P reduciría la calificación de media Europa, más pronto que tarde, y que las bolsas ya reflejaban dicha bajada antes de hacerse realidad. Pero a pesar de ello, no hay que olvidar que el comunicado de S&P es una mala noticia para toda Europa. Lo más probable es que la eurozona se vea en la obligación de ampliar los fondos del EFSF, más allá de lo hasta ahora acordado. Y, por supuesto, adelantará la entrada en  vigor del  Mecanismo Europeo de Estabilidad (ESM en sus siglas en inglés) para que comience su andadura en junio de 2012 en vez de en el año 2013 como estaba previsto inicialmente. Pero para ello, los 17 países de la zona euro tendrán que ratificar un acuerdo marco; y los 27 miembros de la Unión Europea están obligados, participen o no en el ESM, a ratificar una enmienda del propio Tratado de Lisboa.  A nadie se le escapa la complejidad de estos trámites y el tiempo que normalmente se requiere para conseguirlos incluso cuando hay unanimidad en la Unión Europea. Desde que Gran Bretaña se desmarcara del resto de sus compañeros, la unidad no existe y dudo que colabore en agilizar los procedimientos necesarios para ratificar el acuerdo marco, si no consigue nada a cambio.
Una vez llegados a este punto, lo interesante es valorar cómo afectará esta situación a la relación existente entre los distintos Estados de la zona euro. Me gustaría destacar que a pesar de que la decisión de Standard & Poor’s no fue una sorpresa para nadie, sí estoy convencida de que tendrá consecuencias. Es evidente que Alemania, al mantener la triple A, se posiciona, aún más si cabe, en un estado de superioridad con respecto al resto de países que no la tienen. Políticamente hubiera sido más fácil que todos los países de la eurozona hubieran perdido la AAA hace tiempo, ya que la gestión de la crisis hubiera sido más rápida y eficaz, desde mi punto de vista.  Y ahora habrá que esperar para comprobar cómo gestionará Alemania su indiscutible poder.
Las relaciones entre Alemania y Francia ya de por sí estaban escoradas a favor de Alemania y S&P ha colaborado en acentuar el desequilibrio. Merkel se encuentra en condiciones de exigir más para conseguir sus propios objetivos, que no necesariamente son los mejores para el resto de Estados de la Unión Europea. No en vano,  una vez recibida la noticia el pasado viernes de la agencia de calificación americana, las primeras declaraciones de Merkel fueron inequívocas: “es necesario aprobar rápidamente el tratado fiscal”. Pase lo que pase, su principal objetivo es la disciplina presupuestaria y las sanciones a quienes no la cumplan. Es obvio que el resto de problemas que tienen la zona euro, no son los mismos que tiene  su país. La canciller no mencionó los matices que en la primera reunión del año con Nicolas Sarkozy había introducido en su discurso, hace escasamente una semana. En la primera rueda de prensa del año, las frases que se destacaron en todos los rotativos fueron que ambos dirigentes consideraban como prioritario impulsar el crecimiento económico y la creación de empleo. Parecía que Merkel comenzaba a cambiar su discurso para aceptar que sólo con disciplina presupuestaria no se iban a resolver los problemas de Europa. Manifestó, junto a Sarkozy, que era necesario coordinar medidas compatibles con el crecimiento económico, que no necesariamente tuvieran que pasar por el endeudamiento del sector público. Para ello pedía reformas estructurales y mejorar en la gestión del gasto en todos los países de la zona euro.
Da la impresión que Alemania y Francia ya eran conocedores de que S&P iba a comunicar, de forma inminente, la bajada masiva de rating de los Estados de la eurozona y que ambos países pretendían influir, con sus declaraciones, para intentar posponer la decisión de la agencia de calificación americana. Una vez no conseguido su objetivo, Alemania pone otra vez la velocidad de crucero y mantiene su postura de equilibrio y disciplina presupuestaria, sean cuales sean las situaciones en las que se encuentre cada país. A finales de mes, en la cumbre europea podremos comprobar el compromiso real que se quiere alcanzar para agilizar políticas que impulse el crecimiento económico y la creación de empleo.
Europa en su conjunto tendrá que asumir que es prioritario, si el crecimiento económico o el equilibrio presupuestario, todos estaríamos de acuerdo en aceptar que lo óptimo sería compaginar ambas a la vez. Pero,… ¿qué pasaría si se demostrase que no son compatibles al cien por cien?, ¿qué postura debe prevalecer como objetivo número uno?, ¿qué tanto por ciento de desviación estaríamos dispuesto a asumir en ambas casos? Mientras estas preguntas no tengas respuestas claras, las agencias de calificación no serán nuestro mayor enemigo, sino nosotros mismos. Si el objetivo es mantener la Unión Europea hasta convertirnos en los Estados Unidos de Europa salvando al euro, debemos ponernos en el peor de los escenarios y contar con planes alternativos cuando las cuentas no nos salgan.