El pasado viernes Merkel provocó, con sus declaraciones en el Bundestag, que los ánimos del mercado se elevaran. Se proclamó defensora del euro, una vez más, y convencida de la necesidad de que la eurozona cuente con una unión fiscal con respaldo legal. Leyendo entre líneas, los alemanes plantean la unión fiscal europea como condición “sine qua non” para poder mantener el euro y desembocar en los eurobonos posteriormente. Esta condición también va unida a la necesidad de modificar el Tratado de la Unión Europea, ya que Alemania no quiere dar pasos en falso. El objetivo es hacer cumplir la disciplina presupuestaria y el control de la deuda de la eurozona imponiendo sanciones y consecuencias inmediatas a los gobiernos que no cumplan con las reglas establecidas. Con estas medidas, es evidente que cada uno de los Estados perderá soberanía para cederla a un ente superior europeo y yo diría que actualmente dentro de los Estados de la eurozona no existen dudas de la conveniencia de esta unión fiscal.
La Presidenta alemana no ha dudado en hacer público, con bastante insistencia, su desagrado respecto de los bonos europeos. Hasta el punto que parecía un verdadero obstáculo para un acuerdo por haberse autoinflingido dichas restricciones. Sin embargo parece que por la vía de la semántica, podremos llegar al mismo objetivo. Ahora, en vez de hablar de eurobonos, se oye el concepto de “bonos de estabilidad”. En cualquier caso, el resultado es el mismo. Con ellos se pretende llegar a una responsabilidad solidaria más allá de las soberanías, es decir, que los pasivos del sistema, llamados hoy deuda soberana, serían compartidos conjuntamente por todos los Estados de la zona euro.
Merkel puede conseguir una unión fiscal en el gran pacto que se espera para este viernes 9 de diciembre, porque ya cuenta con el respaldo de Francia y el Reino Unido, pero a cambio tendrá que aceptar la figura de los eurobonos o “bonos de estabilidad” más en el corto que en el medio plazo. De cualquier manera Alemania intentará llegar a una figura intermedia ya que ha planteado una propuesta de canje de deuda de bonos, es decir, unos eurobonos estrictamente temporales, que los Estados miembros podrían pagar durante un periodo de tiempo acordado. Con este sistema, Merkel podría lavar su cara a la oposición tan feroz que ha mantenido pero al mismo tiempo cedería ante el resto de la zona euro. Habrá que esperar para ver qué estructura de bonos comienza a coger forma.
Lo que no se debe perder de vista es que aunque el próximo viernes en el Consejo de Europa se alcance un gran pacto, en donde se inicien los procedimientos para modificar el Tratado de la Unión Europea, se avance hacia una unión fiscal de la eurozona y se comience a hablar tímidamente de posibles “bonos de estabilidad”, aún Europa se tendrá que enfrentar al gran riesgo de una recesión más larga de lo pensado hasta ahora e incluso a una depresión. Los gobiernos tendrán que pensar y diseñar lo impensable para superar con el menor costo social posible los meses y años que quedan por venir. La Unión Europea no tendrá tiempo de celebrar nada el viernes, si finalmente se acuerda lo que todos esperamos.
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