Grecia, además de vivir en un profundo caos, se enfrenta a las elecciones generales previstas para abril de este año. A nadie se le escapa que existe una fuerte oposición interna, en el país heleno, a las medidas que se están viendo obligados a aprobar para evitar la quiebra del sistema y con ello la salida del euro. Los diferentes partidos plantean soluciones distintas para solventar la crisis a medio y a largo plazo, pero no todas estas soluciones pasan por mantenerse dentro del euro. Según las encuestas una mayoría importante respalda la idea de mantenerse dentro de la eurozona, pero los sondeos son sondeos y de aquí a abril aún queda mucho tiempo por delante. No hay que olvidar que, cada día que pasa, los dos partidos mayoritarios que apoyan el mantenerse dentro de la unión monetaria van perdiendo popularidad.
Los esfuerzos de Europa, que hasta ahora se han ido ejecutando en los dos últimos rescates a Grecia, podrían no servir de mucho si en dichas elecciones el nuevo gobierno que salga elegido no se siente comprometido con los acuerdos alcanzados hasta ahora. Por ello, el eurogrupo ha solicitado un compromiso real de todos los partidos políticos para intentar evitar que esto ocurra salga quien salga elegido. Pero los países son soberanos y pueden, a pesar de los acuerdos alcanzados con anterioridad, cambiar de opinión bajo la justificación de encontrarse en una situación excepcional que requiere medidas excepcionales.
Lo realmente preocupante es que incluso en el mejor de los casos, en el que Grecia, realmente, consiga mantenerse dentro del euro, sea capaz de mejorar su competitividad tras las reformas estructurales (a las que se ha comprometido y, con toda seguridad, alguna más) y finalmente consiga crecer un 1% en el 2013, el resultado más óptimo lograría situar a Grecia con un déficit del 120% del PIB en el 2020, según los informes del Fondo Monetario Internacional. Y con estos números, el problema heleno no estaría resuelto. Todo lo contrario, es muy probable que fuese necesario, al menos, un tercer rescate a corto plazo.
Si a lo dicho hasta aquí añadimos que el segundo rescate de Grecia aún tiene que ser aprobado por los parlamentos de países, donde se ha discutido mucho la conveniencia o no de ejecutarlo, como es el caso de Finlandia y Holanda (Alemania lo ha aprobado recientemente). Uno se puede preguntar el por qué se están haciendo tantos esfuerzos para evitar que Grecia quiebre. Incluso a sabiendas que puede no ser el último, que pueden fallar las expectativas de crecimiento del país, o que sea Grecia quien decida salir de la eurozona de forma unilateral. Solo hay una respuesta posible y es que no existe certeza de las consecuencias que puede acarrear para el resto de países de Europa y fuera de ella. No hay cortafuegos que asegure que no se traspasará el problema al resto de economías debilitadas y de ahí el efecto podría ser multiplicador afectando a otras economías más sanas. Por lo tanto, existe cierta tendencia a pensar que si Grecia quiebra podría afectar negativamente, más pronto que tarde, al resto de economías mundiales. Aunque no tiene por qué ser obligatoriamente así, la duda ha hecho que Europa haya optado por rescatar a Grecia.
Lo que sí es evidente es que con estas medidas se gana tiempo. Y este tiempo sí que merecería todo el esfuerzo pasado y futuro si se utiliza en varios frentes a la vez. En primer lugar, para fortalecer al resto de los Estados de la eurozona debilitados con medidas y objetivos realistas que se ajusten a las posibilidades de cumplimiento de cada país. Y en segundo lugar la Unión Europea debe ejecutar reformas estructurales en su propio funcionamiento. Europa debe pasar al siguiente nivel, convirtiéndose en una verdadera Unión Económica, Fiscal y Política. Para ello la creación de los Eurobonos no puede demorarse más. Hay que reestructurar ordenadamente la deuda soberana y la mejor opción es comenzar a sustituir bonos nacionales por bonos europeos con tipos de interés bajos en toda la eurozona. De esta forma estaremos comenzando a recorrer el camino hacia una Unión Fiscal y posteriormente a la creación de los Estados Unidos de Europa.
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