imagesCLas oscilaciones del precio del barril de petróleo han llegado a ser tan abrumadoras a la alza y a la baja que es ya hora que los gobiernos de los países importadoras de petróleo tomen las medidas oportunas para depender menos del crudo. Sería interesante abrir un espacio de reflexión sobre posibles coordenadas temporales y medidas a adoptar para poder mitigar los efectos en la economía y nuestra forma de vida de dichas importaciones.
Si nos centramos en el actual panorama energético de España, existe una importante tensión en el sector, es cierto que ya estaba latente y que la crisis económica los ha avivado. Nos referimos, en concreto, al déficit tarifario y al ajuste en la retribución de las energías fotovoltaicas. La crisis ha golpeado y golpea con tanta fuerza que todos compartimos que nada va a ser como era cuando se estabilice la situación. Las estructuras económicas y sociales deben cambiar radicalmente en las próximas décadas. Las economías del futuro tendrán que estar basadas en el desarrollo del potencial de los recursos y capacidades propias y todo ello ajustando el consumo de lo que somos y  tenemos.
La política energética tiene que convertirse en una consecuencia de un modelo económico determinado. España no puede seguir importando el 80% de los recursos energéticos primarios principalmente de combustibles fósiles generando un déficit energético que supera al 3% del PIB de este país. Es necesario y urgente un nuevo planteamiento en la política energética, que compagine, por un lado, una estrategia de innovación, de ahorro y eficiencia energética (tanto  en el sector residencial como en el sector del transporte) y, por otro lado, cambiar los comportamientos sociales e individuales de los ciudadanos.
La Unión Europea plantea tres ejes principales que se deben seguir en las políticas energéticas de cada país: la Sostenibilidad, la Seguridad de Abastecimiento y la Competitividad marcándose como meta el año 2020 para alcanzar una independencia energética de dos tercios de la demanda de la electricidad.
Las energías renovables, la acumulación de la energía y la eficiencia energética son la oportunidad de desarrollo tecnológico más importante en este contexto. La Administración tiene la obligación de impulsar la cooperación entre las empresas y los centros de investigación tecnológicos, con recursos económicos y con medidas que favorezcan la integración y la coordinación de las universidades y de los centros tecnológicos que trabajan con la energía.
Hay que tener claro los criterios económicos y sociales que deseamos para el futuro, con ello definir la demanda que existirá, la eficiencia energética, el grado de independencia energética y sus efectos económicos. Las energías renovables y la nuclear son las únicas opciones actuales en España. Seguir dependiendo del precio del crudo o del cambio dólar euro, indefinidamente, no es el camino.
El futuro de la sociedad del bienestar dependerá del uso que le demos a los recursos energéticos que seamos capaces de generar dentro de nuestras fronteras.